miércoles, 2 de noviembre de 2016

Por:  Manolo Berjón
y Miguel Angel Cadenas

Iquitos, 2 de noviembre de 2016

“La alteridad no es ninguna diferencia que pueda consumirse. El capitalismo elimina por doquier la alteridad para someterlo todo al consumo. El Eros es, asimismo, una relación asimétrica con el otro. Y de esta forma interrumpe la relación de cambio. Sobre la alteridad no se puede llevar contabilidad, ya que no aparece en el balance de haber y deber”
                         Byung-Chul Han, La agonía de Eros, 30. 

Los indígenas afectados por la actividad petrolera permanecen en paro en Saramurillo, río Marañón, distrito de Urarinas, provincia y región Loreto, en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya Samiria por dos meses. Se dice pronto: dos meses. Ya hemos señalado en otras oportunidades que, más allá de lo que suceda en estos momentos, deseamos una pronta solución, pero avistamos que el tema de fondo va para largo. Lo que está en juego es la actividad petrolera en sí misma. Lo congregados en Saramurillo han dicho reiteradamente que, en las circunstancias actuales, no están dispuestos a continuar.

© Manolo Berjón, 2010

Por supuesto que hay conversaciones. Pero conversar y dialogar no son sinónimos. Los pueblos indígenas conversan y, en ocasiones, lo hacen con avidez. No tienen problemas de comunicación. Otra cosa es dialogar, tal como lo comprendemos los occidentales. Se utiliza la palabra interculturalidad, pero en la práctica esperamos, deseamos y confiamos que las conversaciones se desarrollen conforme a nuestros criterios. Y está bien, pero eso no es la interculturalidad, sino un rasgo propio de etnocentrismo. Los posibles aportes están extraídos del pueblo kukama, al que conocemos mejor, pero pueden extenderse al resto de pueblos indígenas. 

Para los occidentales la amistad es un concepto clave. La palabra amistad se deriva de amor. La amistad guía el pensamiento. No en vano podríamos traducir “filosofía” como “amor por la sabiduría”. El diálogo forma parte de esta tradición, con los diálogos platónicos de fondo. En origen, diálogo significa “a través de la razón, a través de la palabra”. El diálogo implica una conversación donde se trata de buscar un punto de acuerdo entre dos o más personas. En la tradición occidental el diálogo forma parte de la vida cotidiana. 

Sin embargo, la amistad no es un concepto amazónico importante. Al contrario, lo que desata el pensamiento y la reflexión es su antónimo: el enemigo. El pensamiento no es un asunto meramente de la razón. En pueblos indígenas no existe dicotomía entre pensamiento y emoción. De hecho, pensar se realiza con el corazón. Hablar es una facultad tanto de las personas como de las aves grandes. Las aves pequeñas, cantan; y los animales de monte, gritan. Por tanto, hablar no es exclusivo de los humanos, tal como lo identificamos los occidentales. El pensamiento no se produce exclusivamente a través de la palabra. El cuidado, la comida y la sangre, entre otros, también son actividades posibles que ayudan a pensar o canalizan el pensamiento.

Ya tenemos pergeñado unas cuantas diferencias a la hora de enfrentar la conversación. No tenerlas en cuenta, además de etnocéntrico, indica “ingenuidad primaria” o directamente mala intención. Por eso la apelación al diálogo nos parecen cantos de sirena. Se trata de llevar a los indígenas al campo de los occidentales. Y con esas medidas, difícilmente se puede conversar.

Los kukama conversan para aprender. Cuando una persona escucha una conversación está “apropiándose” lo que escucha. O más precisamente: cuando una persona aprende, aumenta sus conocimientos en detrimento de la persona que habla, quien los va perdiendo. Por eso es frecuente que un profesor no enseñe todo lo que sabe a sus alumnos; o un anciano quiera que le paguen por una entrevista. Por tanto, en una conversación se produce una apropiación continua de conocimientos. De igual manera también a la hora de realizar alguna actividad (elaborar una canoa, hacer chacra, reparar un motor, preparar unas hojas medicinales…). Algunas personas permanecen atentas a lo que se va diciendo para aprender, aumentar sus conocimientos y disminuir los de la persona que está conversando. 

Esta es la razón por la que muchos chamanes mantienen un “lenguaje encriptado”: recitan entre dientes sus icaros, cambian las sílabas de las palabras, tergiversan la misma palabra, o utilizan un lenguaje extraño para poder trabajar con tranquilidad sin que nadie les copie el icaro y se apropie de él. Esta experiencia, en nuestra opinión, está a la base de la ideología del lenguaje indígena. Por tanto, hablar no es ingenuo. Es la oportunidad de decir cosas que van a ser aprendidas por otras personas. De ahí que las personas pregunten continuamente: ¿dónde estás yendo’?, ¿qué vas a hacer?… Y existe una forma cortés de no responder, o de responder sin añadir información adicional: “dónde quizás”, o “qué quizás”… Es de mal gusto no contestar, así que es preferible una respuesta estereotipada sin desentrañar las verdaderas intenciones.

Incluso desde la misma tradición occidental percibimos que la conversación no es ingenua, se producen muchas asimetrías de poder. No reconocer estas asimetrías es señal de una “ingenuidad primaria”, cuando no refleja directamente mala intención. Las teorías del discurso, todas ellas muy respetables, suelen tender al idealismo. Hablan de un sujeto ideal que no se corresponde con la realidad. Por eso, un teólogo advirtió ya en los años 70 del siglo pasado, que el grito es anterior a la palabra.

Eros, el dios del amor en la tradición occidental, nos puede ayudar a descentrarnos. Eros agoniza cuando nos buscamos a nosotros mismos en los otros. La consecuencia, entre otras, es la depresión. Es triste únicamente perseguir la ‘mera vida’. Esta es algo más que mera supervivencia. Es posible perseguir la ‘buena vida’. Es más, es necesario. El capitalismo profana el sexo y lo convierte en pornografía, donde la persona se busca a sí misma. Es posible que Eros nos libere de nosotros mismos y podamos encontrar sentido a la vida. Es posible, y hablamos de la tradición occidental. Nos lo dice Byung-Chul Han que, pese a ser coreano de origen, estudió y reside en Alemania. 


UNA PALABRA SOBRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

Muchas personas consideran que es un capricho exigir la presencia del premier, algunos ministros, o del mismo presidente, en Saramurillo. No es ningún capricho. Además de ser un rasgo distintivo frente a las 4 federaciones englobadas en lo que se denominó las “4 cuencas”, es un punto esencial en el diálogo indígena. No conversan sólo los dirigentes, lo hace toda la población, con mujeres y niños incluidos. Este tipo de conversación es continuación de las interminables asambleas indígenas en las comunidades. Son muy lentas, pero una vez tomado un acuerdo es más fácilmente respetable porque se dedicó todo el tiempo necesario para convencerse todos. De ahí que sean acuerdos más duraderos y más fáciles de llevar a cabo y respetar. 

Un diálogo en Lima, con unos pocos dirigentes, no despliega un “proceso intenso”, sino que terminan siendo acuerdos de unos pocos. Serán menos respetables y no obliga a otros indígenas que no han participado. En cambio, un acuerdo en Saramurillo será mucho más duradero y responsable porque incluye a todos los presentes, lo cual lo hace más vinculante, y despliega un “proceso intenso” de participación afectiva. Los acuerdos serán mucho más duraderos y respetables. Como consecuencia, empodera a los pueblos indígenas que han sido capaces de llegar a acuerdos con el Estado que les van a hacer sentir importantes. En este sentido, luchamos contra la lacra de la discriminación. Y el Estado empodera a sus ciudadanos.

                                                                © Manolo Berjón, 2010


Un viaje a Lima de los dirigentes para negociar se presta a todo tipo de comentarios: “te han pagado”, “ya has comprado una casa, un carro”… Porque es una actuación fuera del alcance del resto del pueblo indígena. Mientras que una negociación en presencia del resto de la población es más transparente. De esta forma se evitan comentarios, chismes, envidias… 

Lo que está en el fondo es la separación entre público y privado. Los pueblos indígenas manejan esta dicotomía de otra manera. Por supuesto que distinguen lo público de lo privado, pero las fronteras son diferentes. Las conversaciones con el Estado son públicas y deben ser conocidas por todos, desde el punto de vista indígena. La desconfianza hace que todo el mundo sepa la vida de todos, ocultar algo es señal de oscuridad. Por supuesto que hay actividades privadas: las relaciones sexuales, la limpieza corporal… Pero, insistimos, las fronteras en lo público y lo privado son diferentes.


MÁS ALLA DE LA DECLARATORIA DE EMERGENCIA

El 2010 se produjo un derrame de petróleo en San José de Saramuro. A unos 100 km. de este lugar se encuentra Santa Rita de Castilla. En esta última localidad la señora B. A. no quería recoger agua del río, porque estaba contaminada. Pero tampoco llovía. Consecuencia: se enfermó de los riñones. A partir de ese derrame muchísimas familias en el Marañón comenzaron a recoger agua de lluvia, pese a que culturalmente le atribuyen consecuencias negativas: bocio (“coto”), reumatismo y comezón. Lo cual implica niveles de stress muy altos, que no están siendo tenidos en cuenta.  

No es la primera declaratoria de emergencia en el Marañón. Ya hubo una “emergencia ambiental”, fue en mayo 2014:  http://busquedas.elperuano.com.pe/download/url/declaran-en-emergencia-ambiental-la-parte-baja-de-la-cuenca-del-rio-maranon-1083957-2. También hubo declaratorias de emergencia ambiental en los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre. ¿Sirvió para algo? Unas pocas comunidades consiguieron “plantas potabilizadoras de agua”. Nos gustaría escuchar una opinión técnica independiente sobre las mismas. La inmensa mayoría de las comunidades carecen de agua potable. Pese a ser uno de los criterios con los que se miden los niveles de pobreza, el Estado peruano no ha hecho mucho al respecto. Confiamos que este gobierno realice lo prometido en campaña respecto a agua y desagüe.

De nuevo declaran emergencia en los distritos de Urarinas y Parinari, problematizando el agua. Los demás distritos involucrados en la actividad petrolera también quieren que les declaren en emergencia ambiental. En fin, que hay que pensar antes de actuar y percibir todas las aristas. En fin, en qué va a consistir esta emergencia, qué se va hacer. Es toda una incógnita. ¿Qué sucederá cuando pasen los 60 días? ¿Y el pescado? Bienvenida sea la emergencia, pero veremos lo que sucede después.

La situación es compleja. Hay temas de fondo complicados. Pero hay que ir dando pasos. Alentamos a todos a poner de su parte para encontrar las pistas adecuadas de solución.









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